La primera pregunta que se
plantea al estudiar una enfermedad neurológica es: ¿dónde está localizada la
lesión que produce estos síntomas?.
Se han realizado múltiples
investigaciones para encontrar alguna lesión estructural en el cerebro, pero
hasta el momento no se ha encontrado ninguna alteración visible en la anatomía
cerebral.
A nivel microscópico sí que se
han visto cambios en las neuronas del tálamo de los dos lados del cerebro.
El tálamo es una zona del cerebro donde van a parar toda la información
sensitiva del hemicuerpo contralateral, por lo que una disfunción en esta zona
podría desencadenar una percepción anormal en las piernas o de otras partes del
cuerpo.
Otros estudios más avanzados, que
han examinado cómo es el metabolismo del cerebro de los pacientes con SPI, han
puesto de manifiesto que durante las sensaciones anormales de las piernas que
obligan a moverlas o a caminar, hay una mayor actividad metabólica en el
cerebelo (una parte del cerebro localizada en la parte posterior y que regula
el movimiento) y en el tálamo. Cuando mejoran los síntomas esta mayor actividad
se normaliza.
Los movimientos periódicos de las
piernas (frecuentes en los enfermos con SPI) se generarían por un mal
funcionamiento de determinadas zonas del tronco cerebral (núcleo rojo).
Los nuevos hallazgos
demuestran que no solo la sustancia nigra está involucrada. Al parecer el
cerebelo está cada vez más implicado en los mecanismos del sueño, mientras que
el tálamo lo estaría en la manifestación de los síntomas de las piernas o de
otras partes del cuerpo, que tanto alteran al paciente con SPI. El predominio
de los síntomas por la tarde y durante la noche estaría relacionado con el ritmo
biológico (ritmo circadiano) del propio paciente, que estaría controlado en parte por el cerebelo y el tronco cerebral.También se está demostrando que no solo las vías que contiene dopamina estarían alteradas en el SPI. Se ha observado que otras neuronas que contiene una sustancia inhibitoria que se denomina GABA funcionarían por debajo de lo normal.
Aún así, todavía falta mucho por investigar, y por ahora lo más demostrado es que hay una alteración en el metabolismo del hierro en la sustancia negra del cerebro (una parte del mismo que también controla los movimientos) y en el funcionamiento de las vías nerviosas que tiene dopamina. Estas dos alteraciones explicaría el porqué de la mejoría con la utilización de los agonistas dopaminérgicos (ratigotina, ropinirol, y pramipexol y de las sales de hierro cuando la hemoglobina o la ferritina están bajas.