sábado, 11 de abril de 2015

ALTERACIONES SEXUALES EN LOS HOMBRES QUE SUFREN DEL SÍNDROME DE PIERNAS INQUIETAS

En varios trabajos, se ha observado que los hombres con un SPI tiene un riesgo más alto de sufrir disfunción eréctil (incapacidad para la erección). En un estudio el porcentaje de varones con algún síntoma de impotencia, fue entre un 20 y un 50%. Se excluyeron otras enfermedades como diabetes o la toma de fármacos antidepresivos, que también pueden producirla.
Además, cuanto más intensa era la alteración del sueño que producía el SPI más frecuente era la aparición de la disfunción eréctil. Así en los varones que sufrían síntomas del SPI más de 14 noches por mes, la probabilidad de sufrir esta alteración es de un 68% más que en los hombres sin SPI, mientras que bajaba por debajo del 10% si los síntomas aparecían menos de 5 noches por mes. También era más común cuanto más edad tenía el paciente y si abusaba del café y del tabaco.
El mecanismo que podría estar detrás de la asociación del SPI y de esta alteración sexual, sería una disminución de la dopamina en el cerebro, que está implicada en el desencadenamiento de las dos alteraciones. Sin embargo, esta asociación también podría deberse al trastorno del sueño producido por el SPI. Así la privación del sueño o un mal descanso nocturno, van a producir una disminución en la sangre de la testosterona (la hormona sexual masculina), lo que produciría una disminución del deseo sexual y una incapacidad para mantener la erección.
Todo lo anterior tiene consecuencias prácticas. El varón con SPI y con disfunción sexual se lo debería de comunicar a su neurólogo para reajustar el tratamiento. Hay que tener en cuenta que la utilización de opiáceos o benzodiazepinas (que se utilizan con frecuencia en el SPI), pueden agravar la impotencia sexual, por lo que se deberían de intentar cambiar a agonistas dopaminérgicos.
Si el varón con SPI no tiene un adecuado control de sus síntomas de piernas inquietas y sufre de disfunción eréctil, antes de dar tratamientos contra esta última (Viagra, Cialis, Levitra, etc..), se debería intentar controlar mejor los síntomas del primero (aumento de la dosis del agonista dopaminérgico o cambiar a estos si no los está tomando). Así se mejorará el descanso nocturno y aumentarán los niveles de testosterona producida por el individuo, mejorando los problemas sexuales asociados al SPI.
También sería intersante evaluar si los fármacos nombrados con anterioridad, específicos para el tratamiento de la disfunción eréctil, mejorarían los síntomas del SPI. Todavía no se ha realizado ningún estudio para demostarlo. 
Tampoco se han realizado trabajos para examinar si las mujeres que sufren este SPI padecen con más frecuencia de disfunción sexual. Sí que parece que la falta de descanso nocturno puede provocar una falta de deseo sexual, aunque no está tan claro que se relacione con anorgasmia (dificultad para alcanzar el orgasmo durante las relaciones sexuales). 

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